Escritos

Nuestro Aislamiento de la Realidad

«Así como una piedra cayendo en el agua se vuelve el centro que causa muchos círculos, y como el sonido se difunde en círculos en el aire, de la misma manera, cualquier objeto ubicado en la atmósfera luminosa se difunde en círculos y llena el aire que lo rodea con infinitas imágenes de sí mismo. Como ya dije: «La totalidad en todas partes y la totalidad en cada pequeñísima parte.»
 
Leonardo Da Vinci
 
Decimos en Psicología Holokinética que los seres humanos permanecemos esencialmente separados o aislados unos de otros aunque nos comuniquemos (en el mejor de los casos) a cierto nivel simbólico o verbal. Si tenemos suerte nos comunicamos, pero sólo si aplicamos la inteligencia tendremos la comunión que necesitamos entre unos y otros.
 
El autismo es un serio trastorno psicótico de la infancia, y una de las últimas definiciones de autismo fue presentada como sigue: «El autismo es un trastorno del desarrollo del ego corporal y funcional». 
 
El niño desarrolla un ego conductal para evitar recono­cer la realidad y la gente, y mantener cierto grado de estabilidad o igualdad en una búsqueda desesperada por segu­ridad y confort.
 
El autismo es también el cese, la dilución o la distorsión de la percepción debido a un problema orgánico-congénito, de naturaleza aún indefinida-quizá en un extremo de la obsesividad- que determina una elevación en el umbral del estímulo, aunque también puede ocurrir por problemas orgánicos que ocurren en cualquier momen­to del desarrollo, sobre todo en los primeros cinco
años de vida (como problemas sensoriales, traumas, infecciones y otros tipos de stress).
 
Se decía que el desarrollo del autismo está relacionado con una determinada naturaleza del hogar, como por ejem­plo, hogares no afectivos, emocionalmente pocos nutritivos, estructuralmente desintegrados, no predecibles, o simplemen­te no estructurados, en una palabra: no estimulantes para la totalidad del ser humano que se está desarrollando. Por supuesto, un hogar como ese está íntimamente relacionado con un determinado tipo de sociedad que hemos construido orientada al placer, a la búsqueda del dinero y el prestigio personal, la mera producción y el consumo.
 
Uno de los deseos fundamentales del ser humano es compartir con sus semejantes las diversas vicisitudes de la exis­tencia. Podemos compartirlas a través de la religión o de la ciencia, y tanto la religión como la ciencia presentan di­ferentes lenguajes y símbolos, mitos, parábolas, etc. de di­ferente manera.
 
Para la religión, el ser es lo importante. Para la ciencia lo es el conocimiento.
Para la religión es la comunión entre los seres humanos lo importante.
Para la ciencia es la experimentación o la experiencia objetivable y reproducible.
La comunión es una experiencia en común, una rela­ción unitaria, una unión común mientras se hace algo con otros al mismo tiempo. Pero no es un coro o un desfile. 
Se ha dicho que el científico no busca la verdad, sino que se conforma con una descripción aproximada —cuantificable o no— o formulación teórica de la reali­dad misma.
Gregory Bateson llamó la atención sobre la diferencia entre el número (que es exacto y preciso) y la cantidad (que no lo es).
La evaluación del coeficiente intelectual sería un buen ejemplo de esta diferencia.
En Psicología Holokinética hablamos de Percepción Unitaria, que está en cierto modo relacionada con la metanoia de los griegos, palabra que es bastante utilizada en religión, y que ha perdido su original significado semántico.
La palabra metanoia significa la capacidad de ir más allá del lenguaje, el símbolo y toda formulación.
En cierto modo, metanoia es estar en contacto con la experiencia misma como tal.
 
La periodista Marilyn Ferguson ha dicho, en 1978, que son muy pocas las personas que viven en un movimiento o estado de conciencia como el que en Psicología Holokinética definimos como Percepción Unitaria.
 
Nosotros pensamos que más que una incapacidad de vi­vir en Percepción Unitaria lo que ocurre es que la estructu­ra y la naturaleza de la sociedad como la conocemos, así como el funcionamiento del sistema nervioso predominante dentro de ese proceso unitario que denominamos mnemónico-eidético-tímico-autonómico (M.E.T.A.), no hacen más —operando en conjunción— que borrar la experiencia de la Percepción Unitaria.
 
En nuestro primer libro El Nuevo Paradigma en Psicología, Conferencias y Diálogos en Universidades de Esta­dos Unidos, Europa y Latinoamérica, hemos comentado la diferencia fundamental entre dos instrumentos paradigmá­ticos: Uno es la lente y otro es el holograma.
 
La diferencia entre lente y holograma es, más o menos, la misma diferencia que existe entre sombra y luz, de acuerdo  a Platón en su Capítulo Siete de «La República».
 
Se trata, nada menos, de un nuevo conocimiento directo de la realidad, y este conocimiento directo implica una trans­formación radical de la mente. Como decía Platón, se trata de dar vuelta la cabeza, lo cual significa que es necesario comenzar por una transformación corporal o física (a nivel del cerebro y el resto del sistema nervioso).
 
Para comenzar a entender la enorme transformación de la ciencia desde que fue intuida tanto por Platón como por Leonardo Da Vinci, es necesario ejercitarnos en la compren­sión de las paradojas conceptuales: El cero, por ejemplo es un «no algo», pero el cero es al mismo tiempo una enti­dad, es decir «algo».
 
La comprensión del infinito requiere el uso de una lógi­ca diferente a la de la matemática Aristotélica. La mitad de algo es una unidad total en sí misma.
En mecánica cuántica existe también una paradoja conceptual cuando se formula al electrón al mismo tiempo como partícula y como onda.
Esto significa que si el electrón es una partícula, está localizado en el espacio, en tanto que si es una onda está desparramado en él.
La paradoja conceptual radica en el hecho, entonces, que el electrón está tanto localizado como desparramado en el espacio.
 
Antes de ponerse en contacto y comprender el modelo holográfico-holokinético de la mente y el universo, un famoso profesor de psicología comenzaba sus clases de ma­nera simplista afirmando que el YO era como una bolsa de piel dentro de la cual existía una fisiología y fuera de la cual (en la relación con los demás) existía la psicología.
 
Lo cierto es que los rayos del sol, al llegar a esa piel, determinan modificaciones bioquímicas que favorecen la ac­tividad intestinal y los huesos.
 
Existe, entonces, un verdadero movimiento holokinético cósmico-físico-psicológico. La concepción holográfica del  YO y el universo necesita la constante comprensión de la paradoja en Percepción Unitaria.
 
Yendo más lejos en percepción Unitaria en lo que es la holokinesis misma, el concepto de «parte» pierde importancia.
 
Existe solamente un «todo» que está en movimiento y que nuestra educación y nuestra cultura nos empujan a ver analíticamente en forma de partes, y nos hacen creer que ver el «todo» en «partes», nos ayuda a entender el «todo».
 
La paradoja es que la parte nos ayuda a ver el «todo», pero esa forma de ver es también una barrera para ver el «todo» en movimiento (lo cual es la Percepción Unitaria misma).
 
Las teorías son inexorablemente formulaciones fragmen­tarias de la realidad o conjuntos de partes que se refieren al todo. No implica que conociendo una teoría estemos en contacto con el todo. La humanidad siempre ha utilizado teorías para relacionarse con la realidad. Nunca hubo una escasez de teorías. Es el verdadero contacto con la realidad, un contacto directo en Percepción Unitaria, aquello que hemos aprendido a evitar.
 
Si un yogui asegura estar en contacto con la realidad (cualquiera sea la palabra, el símbolo o el gesto que él use) el investigador científico que quiere objetivar ese contacto con computadoras, scanning cerebral o electroencefalograma, debe depender de un símbolo que le administra el yo­gui para comparar ese supuesto contacto con los datos objetivables por las máquinas. Esa dependencia mutua, esa confianza básica es la base de la investigación científica, pero el componente subjetivo es inevitable.
 
Un grupo de investigadores serios que se reúnan en gru­po para investigar lo que la Percepción Unitaria NO ES y que tengan confianza y real amistad mutua, puede alcanzar con el mismo grado de validez experimental, un conocimiento de la realidad que será —sin duda— más directo que el del científico en su laboratorio. 
 
El físico Werner Heisenberg definió la física de la si­guiente manera: «La física es la descripción formal inter­subjetiva de la interconexión de percepciones».
 
Sin embargo, un grupo como el que acabamos de des­cribir no surgirá mientras cada uno no sienta la urgencia de tal investigación como una necesidad (y no como un mero deseo o la respuesta a profundos o superficiales temores). Grupos como estos pueden adelantarse y trascender toda literatura, tanto religiosa o científica, sobre la conciencia, la mente y su transformación en Percepción Unitaria.
 
Grupos e individuos que se lancen muy seriamente a esta tarea pueden crear un mundo nuevo, sin necesidad de una revolución política violenta.
 
Estos grupos, como sucede en el grupo familiar, funcio­nan con contenidos, procesos y movimientos. Considerar uno de estos tres elementos sin los otros dos es tener una visión y una comprensión fragmentaria, lo cual significa casi lo mismo que ceguera y confusión, ya que las posibilidades de distorsión aumentan cuanto más fragmentaria es nues­tra percepción.
 
Separar la relación humana en aspectos religiosos, psicológicos o políticos, etc., es un error. Es bueno separar el proceso M.E.T.A. y el conflicto horizontal que va liga­do a ese proceso de la Percepción Unitaria y su contingen­cia que es el ámbito A (lo inefable).
 
Percepción Unitaria y proceso M.E.T.A. son incompa­tibles, pero la percepción Unitaria puede «permitir» la emer­gencia de contenidos del proceso M.E.T.A. y estos conteni­dos «vistos» en Percepción Unitaria tienen otra naturaleza y otro significado.
 
Es solamente la Percepción Unitaria lo que permitirá va­lorar integralmente nuestras formulaciones de la realidad (teorías, modelos, paradigmas, etc.) lo que nos permitirá saber cuándo pensamos funcionalmente y cuándo el pensa­miento se vuelve una obsesión parasítica, y también (muy importante) la Percepción Unitaria nos impedirá confundir  estados prototáxicos, prepsicóticos, delirantes o histéricos, con el Ámbito A (holosintaxis) y sus distintos niveles de penetración en la realidad sin distorsión alguna.
 
Ese estado de holosintaxis, que surge desde la Percep­ción
Unitaria, no es mero «crecimiento espiritual». Crecimiento implica movimiento en una dirección. Pero holosin­taxis, es una participación en el movimiento total de la realidad a cada instante, un movimiento sin di­rección alguna, o —si se quiere— en todas direcciones, lo cual implica una profundización en la experiencia, una comprensión intensa, y —al mismo tiempo— una constante y penetrante transformación individual que no puede dejar de afectar a la sociedad misma.
 
Uno se puede transformar en un exponente de esa reali­dad vivida tan intensamente, expresándola de diversas maneras. Eso es diferente a meramente interpretar, o formu­lar, la realidad verbal o simbólicamente desde un punto de vista personal. Nuestras opiniones o puntos de vista pue­den reflejar una intensa participación perceptiva del movi­miento de la realidad o, lo cual es mucho más frecuente, una simple manifestación de nuestro condicionamiento, en­trenamiento, educación, o la hipnosis colectiva que induci­mos y reforzamos en la interacción entre unos y otros.
 
El doctor David Bohm, profesor de la Universidad de Londres, ha definido el orden implicado del cosmos y la holokinesis (movimiento total) entre ese orden implicado y el explicado de la siguiente manera:
 
«Lo que lleva consigo un orden implicado es el movi­miento de la totalidad (holokinesis) lo cual es una totalidad indivisa.»
 
«En ciertos casos podemos abstraer aspectos particula­res de la holokinesis (por ejemplo: luz, electrones, sonidos, etc.) pero más generalmente todas las formas de la holokinesis convergen y son inseparables.
 
Así, en su totalidad, la holokinesis no está limitada de manera específica en absoluto. No está empujada a confor­marse a ningún orden particular, o limitarse por cualquier medida determinada. Por eso la holokinesis es indefinible e inmensurable.
 
Darle primordial importancia a la indefinible e inmensurable holokinesis implica que no tiene significado hablar de una teoría fundamental sobre la que se base permanente­mente toda la física, o a la cual todos los fenómenos físicos pudieran ser reducidos en última instancia.
 
Más bien, cada teoría abstraerá cierto aspecto de la holokinesis que es relevante solamente dentro de cierto limita­do contexto, lo cual puede indicarse con alguna medida apro­piada a ese contexto.»
 
El contacto psicológico con la holokinesis es la Percepción Unitaria. La Percepción Unitaria puede conocerse so­lamente de manera empírica. Lamentablemente, la palabra «empírico» significa dos cosas diferentes:
  1. Experimentación metódica.
  2. Experiencia personal directa.
Usando el electroencefalograma, el biofeedback, etc. hacemos experimentación metódica psicobiológica pero, de nin­guna manera, eso será suficiente sin la imprescindible expe­riencia directa de la Percepción Unitaria en sí, como hecho psicológico.
 
Como dijimos en nuestro artículo «Repercusiones de la Revolución Científica Actual en Psicología y Educación»:
La Percepción Unitaria (o la realidad) debe dejar de ser algo en lo que usted puede pensar, algo que puede ser la causa o la consecuencia de una idea, imaginación o pensamiento, y debe transformarse en aquello que realmente es, algo real­mente vivenciado.
 
Esta vivencia no es mera introspección, ya que la introspección no cuestiona la emergencia del observador en el acto  de la observación y lo da por sentado como necesario.
 
La Percepción Unitaria, en cambio, comienza por comprender el conflicto horizontal, originado por esa emer­gencia misma. La Percepción Unitaria es observación en si, sin un observador como entidad psicológica, y sin la sobre-valoración sensorial del objeto observado.
Los errores más comunes son:
  1. Confundir emociones o sentimientos con la Percep­ción Unitaria. Esto surge del énfasis en la verbalización de sentimientos realizado por ciertos psicoterapeutas ortodo­xos, sin ver que el proceso M.E.T.A. constituye una uni­dad funcional y psicológica.
  2. El segundo problema más común es creer que existe un Yo como algo real, así como se creyó en la existencia del homúnculo (hombre preformado en el útero materno) y se buscó, durante siglos, el calor como entidad, y no se lo vio como actualmente se hace, como una forma de movimiento molecular. El Yo surge de un determinado tipo de movimiento psicológico (fragmentario y unidireccional o lineal) en el acto de la observación, y la Percepción Uni­taria es un movimiento totalmente diferente e incompatible con el anterior. Más bien, la Percepción Unitaria puede ver el proceso del Yo pero el Yo no puede ver la Percepción Unitaria.
La Percepción Unitaria es la transformación radical de la mente para pasar del egoísmo a la comunión, desde la ambición y la búsqueda ciega de placer y de poder, a esa forma olvidada de participación experiencial que puede lla­marse «amor».
 
La Psicología Holokinética estudia el único contacto posible con el movimiento total que es la Percepción Unitaria, y lo que denominamos núcleo o percepción y relación sin distorsión.
 
Esa percepción sin distorsión es, nada más ni nada me­nos, la capacidad de ver el todo en la parte. La relación  sin distorsión es, en parte, la capacidad de ver al ser huma­no como la humanidad misma. Es decir, en cada individuo está la humanidad.
 
En esa percepción y relación sin distorsión se identifica la unidad como el orden implicado en la totalidad. En cambio, el proceso M.E.T.A. nos da una percepción discreta y separada de la realidad. Como el proceso M.E.T.A. da lugar a la epigénesis del YO, en otras palabras tenemos que el proceso M.E.T.A. da lugar a la emergencia del YO en el acto de la observación. Eso hace que en ese acto de ob­servación unidireccional o lineal el YO se vea como separa­do de lo que observa.
 
El registro del ambiente se hace en base a los conceptos de tiempo y espacio de una manera secuencial en ambos.
 
El proceso M.E.T.A., por su propia estructura, ha dado lugar a la lente como instrumento científico que registra a la imagen correspondiendo punto por punto con el objeto, y también da lugar a las coordenadas cartesianas, que es una manera de formular la realidad dentro del tiempo y el espacio. Eso ha dado lugar a la ciencia como la conocemos.
 
Los movimientos del proceso M.E.T.A. y de la percep­ción unitaria son tan diferentes en su naturaleza que, desde el proceso M.E.T.A., es posible ver a la Percepción Unita­ria como una ilusión y viceversa. Sin embargo, se hace necesario discriminar en Percepción Unitaria cuándo el pro­ceso M.E.T.A. y su producto el YO se vuelven funcionales.
 
La Percepción Unitaria descubre, sin embargo, que la funcionalidad del proceso M.E.T.A. y su producto el YO no va más allá de treinta minutos en veinticuatro horas.
 
El holograma puede ser estudiado en contraposición a la lente para entender mejor todo este problema de la percepción y el movimiento.
 
La comprensión del holograma es el primer paso intelectual para la comprensión de que en la parte está el todo.
 
El entendimiento de los acontecimientos en la placa holográfica también nos puede llevar a comprender la irrelevancia del espacio.
La placa holográfica da lugar a una fotografía tridimensional.
 
Otro aspecto interesante del holograma es que diferen­tes escenas pueden ser acumuladas en la misma placa holográfica. Para esto no hace falta más que utilizar rayos lu­minosos de diferentes longitudes de onda. Es decir, en el mismo espacio de la placa se registran diferentes escenas con diferentes longitudes de onda y después pueden rescatarse (cada una de ellas) con rayos de luz de una determina­da longitud de onda.
 
Por último, en la imagen de la placa holográfica está reproducido el objeto en su totalidad en cada punto de la placa. En cambio, en la fotografía ordinaria, con el uso de lentes, la imagen en la placa fotográfica reproduce el objeto punto por punto. Esto significa que si partimos la placa fotográfica ordinaria por la mitad tendremos también la reproducción de la mitad del objeto. En cambio, no im­porta cuantas veces dividamos la placa holográfica original obtendremos la reproducción del objeto en su totalidad.
 
Ya hemos aclarado en otra parte que el Teorema mate­mático de Bell, el experimento paradojal de Einstein-Podolski-Rossen, y el concepto de holokinesis del profesor David Bohm están íntimamente vinculados con estos fenómenos holográficos mencionados.
 
El profesor David Bohm afirma que existen dos órde­nes de la realidad, uno explicado y otro implicado, el orden explicado es un orden basado en la multiplicidad y el orden implicado está basado en una totalidad indivisa. Ha dicho el profesor David Bohm: «Cada clase de partícula que en la física actual está considerada como la constituyente bási­ca de la materia tendrá que ser discutida de tal manera que las partículas no sean consideradas como autónomas o existiendo  separadamente. Por eso, hemos llegado a una des­cripción general en física que es muy nueva, en base a la cual «todo implica todo» en un orden de totalidad indivi­sa» —Profesor David Bohm, 1973.
 
El profesor Karl Pribram ha formulado a la memoria humana de una manera holográfica. Afirma que hay frentes de ondas electromagnéticas que fusionados unos con otros como frentes de ondas de bajo potencial a nivel de las redes dendríticas producen un patrón de interferencia que es holográfico en su estructura y da lugar a la acumulación de información de una manera profusa en una misma unidad de espacio.
 
La actividad de distintos frentes de ondas con diferen­tes longitudes de onda daría lugar a la evocación de dife­rentes recuerdos. Estos recuerdos estarían, sin embargo, depositados en lugares idénticos de las mismas moléculas dendríticas. Esta sería la manera física de explicar cómo el proceso mnemónico-eidético-tímico-autonómico
(M.E.T.A.) condiciona la interpretación o formulación de cada acto de Percepción Unitaria de acuerdo a la combinación de la epi­génesis personal y la memoria instintiva o filogenética. Un mismo hecho puede ser formulado con la teoría de la relati­vidad, la teoría cuántica o por un mito o parábola religioso.
 
En psicoterapia el proceso M.E.T.A. del terapeuta re­suena en el proceso M.E.T.A. del paciente. Ambos son de la misma estructura, naturaleza y movimiento, aunque va­ríen los contenidos mnemónicos de ambos el proceso es el mismo. Se trata de un movimiento isomórfico y repetido.
 
La Percepción Unitaria es un movimiento anisomórfico u holosintáctico.
 
El fenómeno es el mismo que el que ocurre cuando dos diapasones resuenan con el mismo sonido cuando esos dia­pasones tienen la misma estructura metálica, tamaño, etc. Por eso es tan importante que el terapeuta actúe desde la Percepción Unitaria ya que es la Percepción Unitaria la única manera de entender el conflicto horizontal que es el origen de todo conflicto psicológico. El proceso M.E.T.A. evita y distorsiona la Percepción Unitaria cambiando su natura­leza o su movimiento. Es como si el estado de conciencia del proceso M.E.T.A. usurpara el estado de conciencia de la Percepción Unitaria, que más que un estado es un movi­miento. Aún la invocación y la plegaria constituyen el in­tento frustro de la mente de ponerse en contacto con la Per­cepción Unitaria, modificando ese estado de identidad con el YO que es fuente de conflicto y confusión. La creación de un YO superior es también un intento del proceso M.E.T.A. por evitar la Percepción Unitaria.
 
Este constante evitar la Percepción Unitaria es el miedo y el deseo del YO. Miedo a perderse y deseo de confirmarse a cada instante.
 
Miedos, deseos y pensamientos están rodeados por el movimiento de la Percepción Unitaria. La absorción en aque­llos nos impide reconocer este movimiento. La Percepción Unitaria, ocurre en un espacio mental sin centro. Por eso empleamos la palabra núcleo porque rara vez, o nunca, el núcleo de una célula está en el centro.
 
Esto también tiene una conexión con el holograma ya que la Percepción Uni­taria, que no tiene centro, nos pone en contacto con un mo­vimiento total en el cual cada rincón es a la vez el centro y el marco.
 
Esta paradoja encierra a su vez otra paradoja: el extraordinario grado de percepción sin distorsión y sin confusión en la Percepción Unitaria no es más que el estado ordinario y natural de la mente.
 
En este estado natural y total de percepción se produce también una relación natural y completa donde el observador no se separa de los seres observados fragmentándolos, escindiendo dualísticamente sus cualidades, proyectando, des­plazando, etc. Esta relación distorsionada meramente indi­recta a través del proceso M.E.T.A. puede calificarse como autismo, si relajamos un poco la definición de autismo des­de un punto de vista holokinético. 
 
Desde ese punto de vista todos somos autistas, ya que nos comportamos de cierta manera condicionada por nues­tra memoria (proceso M.E.T.A.) para evitar, como dijimos al comienzo, relacionarnos realmente. Ese comportamiento condicionado mantiene una estabilidad mecánica y superfi­cial que nos proporciona un desesperado sentido de confort y seguridad. Y de nuevo, en esta desesperada seguridad, en­contramos la paradoja.
 

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